My shining Star (Spanish Edition) by Laura Sanz

My shining Star (Spanish Edition) by Laura Sanz

autor:Laura Sanz [Sanz, Laura]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2021-05-29T22:00:00+00:00


Sexo, sexo, sexo... /

Sex, sex, sex...

El vídeo fue un puñetero éxito. Desde que Mike lo subió a Instagram, el teléfono de la escuela no paró de sonar y el correo electrónico se saturó. Cuarenta y ocho horas después ya tenían abiertos seis nuevos grupos de clases presenciales y otros doce de clases online.

—Casi que me arrepiento de haber subido el vídeo —refunfuñó Mike—. Ahora sí que vas a estar todo el día fuera y no te voy a ver el pelo.

Estaba sentado en la terraza desayunando. Simón, frente a él, no paraba de hablar por teléfono con unos y con otros, tratando de organizar la agenda de todos sus profesores.

El móvil de Mike volvió a sonar con insistencia. Miró la pantalla.

Andrew.

Llevaba dos días esquivando esa conversación y sabía que no podía retrasarla más. Suspirando con desgana, se puso de pie y cogió el aparato. Le hizo un guiño a Simón y se marchó al baño. No quería que este le escuchase hablar con su mánager.

—Dime.

—¿Dime? —gritó su mánager—. ¿Eso es todo? ¿Dos días ignorando mis llamadas y ahora un simple Dime?

—Buenos días, Andrew —masculló con sarcasmo.

—No me jodas, Mike —resopló—. ¿Por qué no me has cogido el teléfono? Te he llamado mil veces.

—Precisamente para que no me dieses por el culo.

—¿Por qué cojones subiste el vídeo ese a tus redes? ¿Qué has firmado con ellos? ¿Dónde está el contrato? ¿Quién lo ha negociado por ti? No me has consultado.

Mike cerró los ojos un instante.

—No he firmado nada con nadie ni ha habido negociación alguna. Los dueños de la academia son mis amigos y solo he querido echarles un cable. Ya está.

Hubo un largo silencio al otro lado de la línea. Mike casi podía ver el gesto maquinador de Andrew.

—No puedes hacer cosas así sin consultarme.

—Es mi vida privada. Puedo hacer cosas así constantemente —le cortó.

—Entonces, el amigo ese del que siempre hablas es el dueño de la academia. Y estás en su casa.

—No. Ese es otro amigo.

—Ya.

—¿Quieres algo más? —preguntó con impaciencia.

—Sí, que dejes de ser tan cabezota y vuelvas a casa cuanto antes.

—Vuelvo la semana que viene. Ya tengo el billete de avión. ¿Se sabe algo del chiflado? —Cambió de tema.

—Nada todavía. El inspector Myers llamó hace dos días para decirme que tenían una pista, pero ayer volvió a llamar y me dijo que solo era un callejón sin salida, que nos mantendrían informados.

—Pues qué bien —masculló Mike.

—Al menos, en el vídeo tienes buen aspecto —dijo Andrew al cabo de unos instantes—. ¿Te están sentando bien estos días?

—Me están sentando muy bien —murmuró, desviando la mirada hacia la rendija de la puerta. Por ella podía ver a Simón, que seguía con el móvil pegado a la oreja—. Ni te imaginas lo bien que me están sentando —añadió con voz soñadora.

Se mordió el labio al ver cómo Simón se estiraba y la camiseta se le subía, dejando al descubierto sus marcados abdominales, su ombligo perfecto, esos oblicuos tan puñeteramente sexis y la cinturilla de sus bóxers… Las ganas de pasar la lengua por todo su cuerpo le sobrevinieron como una ola furiosa.



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